Ana Consuelo nació en el Municipio de Santa Rosa de Osos, pero vive en Caldas hace más de 40 años y empezó como voluntaria sólo para distraer y tranquilizar los amargos recuerdos de uno de los sucesos más trágicos y tristes de su vida, la muerte de uno de sus hijos. Suceso que le tocó vivir de nuevo hace poco tiempo. Su familia se oponía un poco en el principio a este voluntariado pero ella nunca desistió y los suyos terminaron por aceptar y apoyar esta noble causa.
Aunque nunca ha visto a ninguno de sus familiares recluidos allí, la realidad dice que su familia son ellos, los reclusos del Centro de Reflexión que la sienten tan propia que, incluso, la llaman “La Mamita”. A todos los quiere como si fueran sus nietos, pero hay uno en especial al que le guarda mucho cariño, es un joven que llegó del Chocó y por circunstancias de la vida llegó al Centro de Reflexión.
La salud de “La Mamita” es un poco débil ahora, pero aún así se mantiene firme en su labor y asegura que seguirá haciendo su voluntariado hasta que ya no tenga fuerzas y Dios se lo permita, por que con ella, los presos de Caldas no sólo tienen a la Venerada Virgen del Carmen, su patrona, sino también su ángel guardián propio, Ana Consuelo "La mamita".
Las invitación que “La Mamita” nos hace a tantos que somos un poco indiferentes con las personas recluidas en las cárceles es que no excluyamos a estas personas y las aceptemos como seres del común en nuestra sociedad y en sus palabras nos dice que “tenemos que sacarnos la viga de nuestros ojos para ver la pajita en los ojos de ellos por que ellos perdieron la libertad; pero no la dignidad”.
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