lunes, 20 de julio de 2009

Encuentro de amor

Capítulo I

Salió del edificio y, con un abrazo, la recibí, tenía el abrigo rojo que siempre usaba para nuestros encuentros, su cabello recogido y guantes negros.

- Sabes que si Maximiliano se despierta y no me siente a su lado armará un escándalo difícil de contener. Me dijo algo seria.

Besé su frente y le pregunté si su espíritu de aventura se había ido, le dije además que con el frío que hacía iba a demorar poco el encuentro y que estaría en casa antes de que Maximiliano se diera por enterado. Ella tomó mi mano y, halándola, me invitó a caminar con ella, mientras me decía que conmigo era imposible dejar el espíritu de aventura.

Capítulo II

Eran las 2:14 de la mañana, las calles estaban solas, el viento arreciaba contra los árboles violentamente y nosotros caminábamos en contra de él. Los ojos de ella brillaban y se veían más claros que siempre, su sonrisa estaba firme desde el momento en que nos encontramos, su rostro denotaba la alegría de mi compañía. Yo no podía estar más feliz, estar con ella siempre alegraba mi espíritu, ese espíritu de aventura que le contagié a ella desde su llegada a mi vida.

- Maximiliano es mi vida. Dijo mirándome a los ojos.
- Es lo mejor que me ha pasado y tú muy bien lo sabes. Murmuró mientras descargaba su mirada en la calle.

Claro que lo sabía, yo sentía lo mismo con ella, no podía imaginarme la vida sin su existencia. Pensé en lo afortunado que es Maximiliano por tenerla a su lado, por recibir de ella sin condiciones, su sincero amor. Pensé también en lo afortunado que soy por saber de sus sentimientos, por saber de los míos hacia ella y hacia Maximiliano, por su compañía en ese momento y por compartir con ella el espíritu aventurero que nos impulsaba siempre a eternas caminatas en la noche y la madrugada.

Capítulo III

El reloj redondo de la cafetería, con el logo de Coca-cola en el centro, marcaba las 4:12 de la madrugada, sentados a la mesa, ambos mirábamos por el ventanal la soledad de las calles y hablábamos de nuestras vidas, de lo bien que la pasábamos siempre que nos encontrábamos y de las locuras que solíamos hacer siempre que lo hacíamos. Con una cómplice sonrisa nos prometíamos amor eterno y compañía hasta el final de los días.

Capítulo IV

Cuando llegamos de nuevo a la entrada del edificio en donde la recogí, me abrazó muy fuerte y besó mi mejilla. Yo la abracé también y le dije que la amaba, que ella siempre fue lo más importante y que siempre estaría allí, que Maximiliano era el mejor regalo que Dios le había dado y que compartía el mismo amor por él.

- Me llamas mañana papá, recuerda que te amo y que siempre estaré contigo. Espero que mi bebé no se haya despertado.

2 comentarios:

Víctor dijo...

Tatiana dijo...
ya te lo habia dicho, pero...GENIAL!!!!, demasiado abierto a la imaginación del lector, y eso es muy bueno...se me pasaron muchas cosas por mi cabeza cuando lo leía...gracias por escribir para nosotros...

Catalina Yepes L dijo...

Hey esta excelente igual que todos, enserio que todavia nose de donde sale tanta imaginación el caso es que en cada una de las historias hay un relato nuevo, encarretador que nos lleva a imaginar y a crear el mundo que tu mismo escribes jajaja te felicito...