viernes, 23 de julio de 2021

Un buen día para morir

El sol es escaso, pero el calor es insoportable. Desde mi ventana puedo ver algunos guayacanes florecidos que sobresalen entre algunos otros árboles citadinos y edificios residenciales cercanos.

En mi cabeza ronda la muerte ¿Qué eso de muerte? la busqué en el diccionario, en la Biblia, en mis pensamientos, en sabores, en noticias y hasta en redes sociales.

Quisiera no pensarla más, pero es inevitable. No sale de mí, la siento encima apuñalándome la cabeza con recuerdos y el corazón con sentimientos de rabia y dolor. Trato de enfocarme en esos consejos que me han dado como placebo para detener lo inevitable y me dan ganas de vomitar, porque me hastían, porque me empalagan, porque ya me los sé de memoria.

¿Qué pensarán y dirán todos después de que lo haga?

“Fue muy cobarde”, dirán algunos. “Quién sabe qué problemas tenía”, dirán otros. Algunos más buscarán culpables y señalarán sin medida a quien se les antoje.

Yo sé que descansaré, o bueno, por lo menos cortaré de tajo el dolor, mi dolor.

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