Tu sonrisa rompió el hielo
y el frío se disipó,
mi mundo se desplomó
y sentí que eras mi cielo.
Te odiaba, bien lo sabías,
te amé, segura estás que lo hice,
hoy en una sola nuestras vidas.
Testigo el bullicio fue
de mi osadía y mi valor
a tus labios con amor
sin dudas me acerqué.
Tiempo, testigo también eres,
del amor que ha logrado
reunir estos dos seres.
Bendito tu existir sea por Dios
y sea contigo la alegría
porque hasta el fin de mis días
tú serás mi único amor.
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