- La mujer que amo es mi mayor razón para vivir. Sus ojos negros, su cabello largo lacio, sus labios delgados y su piel blanca no salen de mi pensamiento.
Dijo el hombre de rostro iluminado que viajaba a mi lado en el tren.
Absorto en sus palabras hice una imagen de esa mujer en mi mente. Algunos recuerdos felices llegaron a mí.
- Quisiera amigo que la conociera. Mire su retrato, es hermosa. ¿verdad?
La mujer que imaginé y la mujer de la fotografía eran las mismas. Era mi mujer.
Espero verle mañana de nuevo. Me dijo cuando llegamos a Itagüí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario