domingo, 3 de enero de 2010

Mi familia es también de María Isabel

María Isabel tiene sólo seis añitos, es una niña perfecta, de cacheticos colorados, cabello largo y abundante, ojos negros escondidos detrás de unas pestañas encrespadas hermosas, labios delgados delineados con un rosa claro y adornados con una sonrisa que parece dibujada por el mejor pintor.

María Isabel inspira una ternura sin límite, irradia una alegría contagiosa y refleja una inocencia que tristemente ya no es suya. Si, María Isabel perdió su inocencia y con ella, de paso, parte de su infancia y su familia.

Una noche de sábado, María Isabel dormía plácidamente en su cama, soñaba con su muñeca ‘Lupe’ y sonreía mientras descansaba. De pronto, un grito de dolor cruzó todas las paredes y llegó hasta su habitación, era la voz de su madre que rogaba para que no la golpearan más. Asustada, María Isabel se descobijó y bajó de su cama, caminó hasta la puerta de su habitación y al mover la cortina que cubría la entrada, vio a su padre halando del cabello a su madre, soltó en llanto y corrió de nuevo a su cama y se tapó con sus cobijas. Los gritos de su madre cesaron de pronto pero no su llanto y cuando quiso destaparse de nuevo para ver lo que sucedía vio frente a su cama una figura grande y amenazadora.

Sentado a su lado estaba su padre quien con un dedo en la boca le decía que no hiciera ruido, María Isabel asustada dejó de llorar. La mano de su padre terminó de quitar las cobijas y luego procedió a acariciar su carita, era una mano gruesa y carrasposa. María Isabel sintió un poco de alivio, pero cuando la mano de su padre estaba en su pecho sintió temor, la mano siguió bajando hasta coger la parte final de la pijamita para subirla y destapar sus piernitas. Sin saber por qué, su padre, con una mano acariciaba su carita y con la otra bajaba sus calzoncitos bruscamente, María Isabel no sabía qué estaba pasando y, aunque con temor, accedía a lo que su padre le hacía. Cuando los dedos gruesos de su padre encontraron su sexo gritó y quiso voltearse, pero la fuerza de su padre era mayor y con violencia la dominó. Su madre entró en ese instante en la habitación y con un florero golpeó en la cabeza a su esposo quien aturdido cayó al suelo, cargó a María Isabel y corrió hacia la calle.

María Isabel está ahora conmigo, bajo mi protección, el ICBF decidió que mi familia fuera su familia por un tiempo, mi esposo y mis hijos la recibieron con amor, ella nos aceptó con resignación pero ahora siento que nos quiere. Ahora ha vuelto a sonreír y yo siento que mi familia es también de María Isabel. Ella prefiere no hablar de lo sucedido con sus padres y esconde la verdad detrás de una fantasía inventada por ellos, dice que todo fue culpa de un golpe en un juego del parque.


6 comentarios:

Catalina Yepes L dijo...

Huy nonono victor esta historia es muy triste pero es mas triste aceptar que es una realidad que muchas niñas sufren en estos momentos. Como siempre un excelente escritor hace de sus historias algo apasionante. Te felicito!!! CATA

Anónimo dijo...

Ps Que Puedo Decir... Como Todos Tus Escritos, Éste Está Excelente, Y Deacuerdo Con Cata: Es Una Triste Realidad Que Vos Plasmas De La Mejor Forma... FELICITACIONES... Taty

Anónimo dijo...

Es verdad lo que dice cata es una triste realidad que nos agobia día tras día, me gusto muy buen escrito Víctor.. alberth

Anónimo dijo...

... No sé que decir ... (Excelente escrito, transmite un sentimiento)... Víctor J.

Nina the Husky dijo...

lo mas triste de todo es que muchas ninas sufren situaciones como esta por anos, en medio de tanto dolor maria isabel es privilegiada por que ha vuelto a sonreir.

partenon dijo...

Una cruda y triste de realidad del cómo la inocencia y los sueños de los niños son arrebatados por el deseo...sin embargo, cómo frenar el deseo? en ese espacio la razón no manda y a veces la conciencia por más que apriete, no triunfa...es una aberración, una crudeza, sin embargo todos los humanos somos aberrantes